Hice de la noche una noche iluminada
y me dirigí a mi misma por mi nombre.
Dejé a mi espalda el jarrón que custodiaba las pasionarias
y un pensamiento se acercó conmigo a la ventana.
Las gotas se remontaban cual cometas
cristal arriba.
Otras permanecían inmóviles
clamando que las dejara entrar.
Viento Sur después de la lluvia
y yo dejando de cruzar el río
para coger agua.