Cicatrices



Mira que al caer la hoja
le hizo un rasguño al aire
y, aunque él apenas se queja,
sangra cada Noviembre.


Agua mojada



El mundo de afuera está dentro.


Se estampa el quejido contra la ventana.
Agónico. Mudo.
Y en una revoltosa contradicción se marcan los dedos
arrastrados por el cristal;
aplastados, indecisos
como queriendo quedarse,
como esperando a irse.

La ventana está cerrada,
los puñales afilados
y el murmullo de las cicatrices que reposan en la cornisa
mojado, flácido.

"No podría"_

Saltar desde un trampolín disfrazado y naufragar
en el vaho que escupe la boca.
Caer en el vacío que llena la nada.
Acallar al sentimiento maltratado
que ha perdido el poder de declararse,
casi muerto.
Pretérito y muerto.
Demasiado vivo.


¿Podría,
permanecer para siempre en los rincones donde se encierra el polvo?

¿Huir de los inviernos cálidos y renunciar a la miseria de sobrevivir?

¿Quedarse quieto
mientras las palabras se escurren entre el llanto?



La madera rechina, exclama.
Y sin embargo la ventana está cerrada,
o entreabierta.
Puede que ni siquiera esté.

Y sin embargo, alguien que se le parece responde.