A veces, no entiendes porqué, se la lleva.
Siempre quedarán lágrimas para ella, aún cuando ya se hayan agotado las que lloraban a otros nombres.
Hay días que, sin saber cómo ni a dónde, viaja sin ti.
Podrás recoger los frutos tardíos de las dulces siembras de enero, tan agridulces como un mapa en blanco.
Amaneceres en los que maldices a nadie, peleas contra el aire y le rezas al tiempo.
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