Os mirO


Te miro.
Cuanto más te acerco a mi más te echo de menos
a cada minuto de esta larga hora.


A unos, que atropellan a la vida con cubiertas de sosiego y me empujan, cuando más lo necesito, al ansiado reposo.
A otros, por abocarse a un juicio que les lleva al palpitar inadvertido y a mi me arrima a la coherencia.
A ella, eternamente niña y eternamente grande, ingenua, intrépida, incondicional.
A él, que enmascara la ternura con un antifaz insolente y deja lleno, año tras año, un hueco en mi corazón.
Al genio sobre la figura, el carácter irremediablemente eufórico de una superviviente.
A ti, imperecedera en mi cocina.
A los credos almidonados que no comulgan conmigo.
A él, siempre velando por mí tras la celosía.
Al coma perezoso al que le cuesta despertar y a mi me cura, generosa, con bálsamos templados.
Al perpetuo júbilo, que no permite que el día más tedioso borre la ilusión de su cara, aún cuando brotan lágrimas de su sonrisa.
Y a ellos, dispuestos consortes en los recreos que más me hacen disfrutar. Locuaces unos, de confitura otros, siempre con un ansia de vida, como poco, rentable.
A las cuatro letras que me hicieron sentir afortunada, aquella vez en la vida.

Os miro…

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