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Lo primero que hizo fue recibir una buena hostia en la mejilla derecha. Inconscientemente se llevó la mano al lado izquierdo y se sentó en un taburete de dos patas. 
Durante al menos tres segundos se quedó masticando el porqué de la bofetada. No encontró explicación, así que se puso a pulir los dientes de los cuchillos.

Reconoció que era disléxico a los 19 años, y decidió que se iba a vivir a Londres, donde  pensó que se adaptaría perfectamente a desayunar huevos con bacon y cenar una tostada con cafés. 
A los 21 ya había adelgazado 35 kilos; Él, que para entonces apenas pesaba 34, pensó: “Es el momento de volver a casa”.

Entró por la cerradura de la puerta a duras penas y se escondió en el piso de abajo. Cuando escuchó el taconeo de su madre sonrió y con un gesto expectante extendió los brazos para enfatizar la sorpresa.
¡Hacía más de dos años que no la veía!
Tendinitis en el hombro, le diagnosticaron.

Acudió al INEM para solicitar la baja y nunca más volvió a levantarse más tarde de las 8 am (excepto una vez, cuando la noche anterior decidió que al día siguiente iba a dormirse… y se dio el capricho).

Su madre le enviaba cartas, desde hacía cinco años, a la dirección inglesa. Dos al mes.
Le encantaba recibir correo, así que viajaba a menudo para recogerlas y, desde el buzón situado en Goodinge Close, se las reenviaba al piso de abajo. 
Los comienzos de las lecturas siempre eran muy tristes, pero al terminar siempre se quedaba con un buen sabor de boca.

Luego llegó el divorcio y un año después la boda. Pasaron tres años hasta que conoció a su novia, a la que dejó por rara.
¡Cómo se iba a plantear su vida con alguien que se echaba agua por el cuerpo antes de enjabonarse!

Y un día se hizo viejo. Lo supo cuando cayó escaleras arriba y se quedó cojo de una mano. Desde entonces usaba bastón, pero en la mano contraria a la que le había indicado el doctor, y es que sujetarlo con la derecha le costaba horrores.

Unos minutos antes de querer morir protagonizó una seria discusión con el empleado de la funeraria. 
Su sueño era morirse de jueves, pero aquel día era miércoles y rondaban las 23.30h. No le parecía ni medio normal tener que discutir por media hora; él, que llevaba años dictando su epitafio: “Allí enfrente yace Palotes el de Perico, que murió un jueves de 2010, en abril del 27.

En resumidas cuentas, que terminó dando la mano coja a torcer y esperó en la sala de espera a que dieran las 00.00 horas, tal y como le había recomendado el señor de detrás del mostrador.

Cuando faltaban cuatro minutos para las doce ya estaba muerto de aburrimiento, así que agarró el periódico. En portada una noticia captó su atención: “El próximo sábado 29 concierto de Deep Purple en la Sala 12”
Hacía años que no los veía en directo: “A lo mejor me acerco”, pensó.
Y se murió al jueves siguiente.



2 comentarios:

  1. Qué geniales son las palabras cuando se unen así, sin pretextos ni complicaciones. Qué bueno cuando nos damos el gusto de escribir lo que nos apetece! Me encanta! Besos!

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    1. Que bien sienta, a veces, hacer el pino y quedar boca abajo, ¿verdad?
      ;)

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